Lo que parece un simple servicio de confort, como asientos calefaccionados o navegación por voz, puede estar convirtiéndose en una poderosa herramienta de vigilancia. Un informe de WIRED revela cómo las funciones por suscripción en los autos conectados están generando nuevos caminos para que las autoridades accedan a datos privados sin que los conductores lo sepan.
A través de documentos obtenidos por solicitudes de acceso a la información, se comprobó que la policía en EE. UU. ha recibido entrenamiento para extraer datos de vehículos modernos según marca, modelo y sistema operativo. Con solo una suscripción activa, los autos pueden emitir su ubicación constantemente, dejando un rastro digital que las fuerzas del orden pueden seguir fácilmente. Algunos fabricantes, como General Motors, entregan datos de ubicación con una simple orden judicial; otros ni siquiera requieren eso.
El problema es doble: por un lado, muchos dispositivos continúan enviando datos aunque el usuario haya cancelado su suscripción. Por otro, ni los fabricantes ni los proveedores de internet móviles han sido transparentes con sus usuarios. Solo Tesla, según el informe, notifica a sus clientes cuando los datos son requeridos por el gobierno.
Además, técnicas como el “tower dump” y el “geofencing” —que permiten a la policía recolectar datos de cualquier dispositivo conectado cerca de un crimen— están bajo escrutinio legal por violar derechos constitucionales. Pero, hasta que no haya un cambio normativo claro, el uso de estas herramientas sigue extendiéndose.
Expertos en privacidad advierten que esta forma encubierta de vigilancia masiva se basa más en decisiones corporativas que en leyes claras. Y que cada auto nuevo que se conecta a internet sin consentimiento informado del usuario, refuerza un sistema donde los datos del conductor pueden ser vendidos, compartidos, o simplemente espiados.
Más información en el artículo de Dell Cameron para Wired.