En un mundo donde más de la mitad de las lenguas originarias podrían desaparecer antes de 2100, un científico indígena está usando la inteligencia artificial para evitarlo. Michael Running Wolf, hijo de padres lakota y cheyenne, combina tecnología avanzada y raíces culturales para preservar idiomas que el colonialismo intentó borrar.
Desde su infancia en una remota comunidad de Montana, Running Wolf vivió rodeado de familia, tradiciones orales y lenguas indígenas. Hoy, como investigador de IA y cofundador de programas como FLAIR y Buffalo Tongue, lidera iniciativas que utilizan algoritmos y realidad virtual para revitalizar esos idiomas. Pero lo hace con una mirada crítica: sabe que durante décadas, datos y tecnologías se usaron para dañar a los pueblos indígenas.
Su objetivo no es solo preservar palabras, sino empoderar comunidades. La IA, dice, puede ser una aliada si se desarrolla con consentimiento, ética y control local. Por eso, crea herramientas diseñadas por y para los pueblos originarios, y promueve iniciativas como IndigiGenius o Indigenous in AI, que buscan una tecnología culturalmente respetuosa.
El desafío es enorme: los modelos de lenguaje actuales no entienden bien las estructuras complejas y verbales de muchas lenguas indígenas. Pero Running Wolf insiste en que incluir estas lenguas en los sistemas de IA no solo mejora los modelos, sino que también protege un conocimiento ancestral valiosísimo.
Frente a empresas como Google, Amazon u OpenAI que buscan acceder a estos datos para su propio beneficio, Running Wolf plantea una alternativa: usar la IA no como extractora de valor, sino como herramienta de resiliencia cultural. En sus palabras, el futuro de la IA puede ser una oportunidad de justicia histórica —si se construye desde la soberanía y el respeto.
Una nueva generación de hablantes y programadores indígenas podría marcar la diferencia. Y ya está en camino.
Más información en el artículo de Amanda Heidt para Nature.