La startup israelo-estadounidense Stardust está desarrollando una tecnología patentada de geoingeniería solar para enfriar temporalmente el planeta mediante la dispersión de partículas reflectantes en la estratósfera. Su objetivo es ofrecer esta solución a gobiernos que enfrenten emergencias climáticas, como olas de calor o huracanes, actuando como una especie de “contratista de defensa del clima”. Su enfoque recuerda al enfriamiento que provocó la erupción del Monte Pinatubo en 1991, pero en este caso sería inducido artificialmente.
La tecnología de Stardust se basa en un aerosol no sulfato, cuyos riesgos aún no están bien comprendidos. La empresa asegura que publicará sus hallazgos una vez validados científicamente, aunque hasta ahora ha mantenido un perfil bajo y no ha liberado datos sobre pruebas al aire libre. Esto ha generado críticas por falta de transparencia, incluso por parte de su exconsultor en gobernanza climática, Janos Pasztor.
A pesar de comprometerse con principios éticos y científicos en su nuevo sitio web, Stardust todavía no ha publicado su código de conducta. La falta de supervisión internacional sobre la geoingeniería permite a empresas actuar sin consenso global, lo que genera preocupaciones entre organizaciones como Friends of the Earth y el Center for International Environmental Law. Temen que un puñado de gobiernos o corporaciones puedan controlar una tecnología que afecta a todo el planeta.
Stardust ha recibido al menos 15 millones de dólares en inversión, principalmente de Awz Ventures, un fondo vinculado a exfuncionarios de inteligencia israelíes y estadounidenses. Aunque niega vínculos con el gobierno israelí, la empresa opera en un entorno altamente sensible, donde la modificación del clima podría convertirse en un asunto geopolítico de alto riesgo.
Más información en el artículo de Ramin Skibba para Undark
