La energía solar avanza, pero no siempre convence. Aunque los paneles fotovoltaicos ya no se limitan a los techos, su expansión en terrenos abiertos genera controversias: muchos ciudadanos consideran que afean el paisaje y restan espacio a la agricultura. Sin embargo, una alternativa está ganando terreno con mayor aceptación: los sistemas agrivoltaicos.
Un estudio de la Universidad de Bonn, basado en una encuesta a casi 2,000 personas en Alemania, revela que la población ve con mejores ojos los llamados agrivoltaicos, donde los paneles solares comparten espacio con cultivos o pastizales. A diferencia de los parques solares convencionales, esta tecnología permite que la tierra siga siendo productiva: ya sea para cultivar trigo, criar ganado o proteger viñedos del sol y el granizo con techos solares semitransparentes.
Los resultados son reveladores: el 44% de los encuestados estaría dispuesto a pagar más por electricidad proveniente de agrivoltaicos, mientras que solo el 29% haría lo mismo por energía generada en parques solares tradicionales. Además, solo un 2.9% dijo que invertiría dinero para evitar instalaciones agrivoltaicas, en comparación con el 4.8% que se opondría a los sistemas solares convencionales.
La clave parece estar en la percepción: cuando la producción de energía no desplaza a la agricultura, sino que la complementa, se genera menos rechazo. No obstante, los expertos advierten que los agrivoltaicos aún enfrentan desafíos económicos: su instalación es más costosa y los rendimientos energéticos suelen ser menores, por lo que difícilmente despegarán sin subsidios públicos.
En tiempos donde el consenso social es esencial para la transición energética, este estudio sugiere que los agrivoltaicos podrían ser la pieza que faltaba para avanzar sin sacrificar ni el paisaje ni la producción de alimentos. Una fórmula donde energía y agricultura, por fin, no compiten sino que colaboran.
Más información en el artículo de Science Daily.