La revolución agrícola ya no viene del tractor, sino del algoritmo. En California, el ingeniero Tyler Niday vio cómo los productores de almendras luchaban por encontrar mano de obra y decidió que el futuro debía pasar por la autonomía. Así nació Bonsai Robotics, una startup que combina robótica, visión computacional e inteligencia artificial para crear máquinas capaces de trabajar en los entornos más duros: polvo, terreno irregular y jornadas sin descanso.
A diferencia de los robots experimentales del pasado, Bonsai ofrece autonomía práctica y accesible. Su sistema “AI-first” permite que tractores y cosechadoras se adapten a distintas tareas —como regar, podar o recolectar— incluso de noche o entre la niebla. Los agricultores pueden monitorear sus máquinas desde una app, completando labores un 60 % más rápido y reduciendo costos operativos casi a la mitad.
La empresa apuesta por los cultivos especializados, donde la automatización ha avanzado poco y los costos laborales son más altos. En julio, Bonsai adquirió la firma farm-ng, creadora del robot eléctrico Amiga, un vehículo modular diseñado para fincas medianas y pequeñas. Esta fusión le permitió ofrecer una gama completa de soluciones: desde robots autónomos ligeros hasta software adaptable a maquinaria existente.
El resultado ha despertado interés global. Con sede en San José, California, Bonsai ya opera en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, con más de 250 unidades en funcionamiento y alianzas con grandes fabricantes agrícolas. Inversores como Acre Venture Partners respaldan su visión de convertir la autonomía en el nuevo estándar del campo.
Lo que comenzó como un intento por aliviar la escasez de trabajadores se ha convertido en una redefinición radical del trabajo agrícola: una fusión entre tecnología, eficiencia y dependencia digital. En el horizonte, Bonsai mira más allá de la agricultura: hacia la minería, la construcción… y quizás el futuro del trabajo mismo.
Más información en el artículo de Alison Coleman para Forbes.
Imagen: Bonsai Robotics.