Durante décadas, los managers fueron la élite de la empresa moderna. Formados en escuelas de negocios de prestigio, bien pagados y rodeados de un aura de autoridad, parecían indispensables. Pero la inteligencia artificial está cambiando las reglas del juego y amenaza con hacerlos prescindibles.
La escena es reveladora: un consultor dedica tres días a preparar una presentación; un modelo de IA, como Claude, produce lo mismo en veinte minutos, con mayor precisión y mejores gráficos. La conclusión es inquietante: muchas de las tareas consideradas “complejas” eran en realidad rutinarias, y la IA las hace mejor, más rápido y sin quejas.
Los números confirman la tendencia. Según McKinsey, el 92% de las empresas aumentará su inversión en IA, mientras que IBM señala que los CEO valoran cada vez más las habilidades técnicas concretas por encima de las competencias genéricas de gestión. Programadores, diseñadores y analistas se convierten en el nuevo núcleo de poder, desplazando a quienes solo coordinaban.
En Silicon Valley lo entendieron antes: Y Combinator nunca formó managers, sino creadores. Hoy, un ingeniero con GitHub Copilot o un diseñador con Midjourney puede reemplazar equipos enteros. El valor está en construir, no en supervisar.
Italia, aunque rezagada en startups de IA, empieza a ver en sus pymes un salto directo al modelo post-managerial: sin capas jerárquicas innecesarias, las empresas pequeñas adoptan automatización inteligente para competir.
El cambio no es indoloro. Muchos directivos sienten amenazada su identidad profesional, y las consultoras advierten de tensiones laborales. Sin embargo, el World Economic Forum proyecta la creación de 69 millones de empleos ligados a competencias técnicas y productivas, no a funciones de coordinación.
La IA no odia a los managers, simplemente no los necesita. En este nuevo escenario, sobrevive quien sabe construir, no solo dirigir.
Lee el artículo completo de Gianluca Riccio para Futuro Prossimo.