El cambio climático ya no es solo un problema ambiental: es una crisis laboral. Así lo advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que acaba de publicar un informe revelador sobre cómo el calentamiento global está transformando los empleos en los países árabes. Las olas de calor extremo, la escasez de agua y la contaminación del aire están reduciendo la productividad, afectando la salud de los trabajadores y poniendo en riesgo millones de puestos de trabajo, especialmente en sectores como la agricultura, la construcción y el turismo.
El estudio —basado en nuevos datos para 12 países— muestra una región profundamente dividida. Mientras los Estados del Golfo tienen los recursos para invertir en energías renovables y adaptación, otros como Yemen, Sudán o Siria enfrentan un triple desafío: conflictos, degradación ambiental y vulnerabilidad extrema. Esta brecha obliga a diseñar estrategias diferenciadas que combinen mitigación, empleo digno y justicia social.
Aun así, la transición verde se perfila como una oportunidad histórica. En Jordania y Líbano ya se están generando miles de empleos en energía solar, y países como Arabia Saudita y Omán apuestan a que hasta el 50% de su electricidad provenga de fuentes renovables para 2050. La OIT sostiene que, si los gobiernos alinean sus políticas laborales con la acción climática, la región podría crear millones de empleos sostenibles en sectores como infraestructura, agua, residuos o eficiencia energética.
El informe también alerta sobre las desigualdades: las mujeres, los jóvenes y los trabajadores informales son los más expuestos a los impactos climáticos y los menos beneficiados por las nuevas oportunidades verdes.
La conclusión es clara: el futuro del trabajo en el mundo árabe dependerá de convertir la crisis ambiental en motor de desarrollo justo, inclusivo y resiliente.
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