La próxima era de las redes sociales ya empezó, y lo está haciendo de la forma más caótica posible. Plataformas como Meta, TikTok y OpenAI están lanzando una nueva generación de aplicaciones impulsadas por inteligencia artificial que transforman nuestras interacciones digitales en un experimento masivo y, a veces, inquietante.
En Sora, la app de OpenAI, circulan videos imposibles: bebés huyendo de dinosaurios, gatos vestidos con ropa urbana o escenas falsas de policías arrestando un plato de macarrones con queso. Mientras tanto, Meta lanzó “Vibes”, una red de videos generados por IA, y TikTok presentó su herramienta AI Alive, capaz de convertir simples imágenes en animaciones. El objetivo de todas es el mismo: convertir los contenidos creados por usuarios en material fabricado por algoritmos.
Sin embargo, este salto tecnológico ha encendido las alarmas. Las productoras de cine y televisión acusan a OpenAI de permitir que su IA reproduzca personajes y escenas con derechos de autor. Además, expertos en tecnología advierten que la facilidad con que se pueden borrar las marcas de agua y metadatos de los videos aumenta el riesgo de desinformación y deepfakes.
Las preocupaciones no se limitan a los derechos de autor. En paralelo, crecen los temores sobre el impacto psicológico de los chatbots con “personalidades” que interactúan con adolescentes, tras reportes que los vinculan con casos de ansiedad y depresión.
Aun así, las empresas insisten en que estas plataformas no buscan fomentar el “scroll infinito”, sino crear un nuevo tipo de red donde los usuarios se conviertan en co-creadores de mundos digitales fabricados por IA. Pero la frontera entre lo real y lo falso se desdibuja cada día más.
La pregunta que flota sobre esta revolución es clara: ¿será el futuro de las redes sociales más creativo o simplemente más confuso?
Entérate de más en el artículo de Lisa Eadicicco para CNN.